martes, 10 de enero de 2012

760. Sobre la muerte de la conversación.

Martes 10 de Enero 2012 0:07 hora zulú.
Vivimos en el siglo XXI, y en este universo diverso en donde nos ha tocado vivir, se han producido cantidad de cambios, que han alterado nuestra vida, haciéndola a veces más fácil, pero al mismo tiempo convirtiéndonos en esclavos de la tecnología.
En el Rincón de Rampael: The Rampynpon Post, lo sabemos, y es por ello que mandó a su equipo de investigación, formado por un solo investigador, que está siendo investigado, a que indagara sobre el tema.
No resulta anormal pensar que el trabajo que tuvo que realizar nuestro investigador que trabaja en equipo consigo mismo, fue completamente titánico. Y los resultados de sus investigaciones las pueden leer a continuación. No nos responsabilizamos de los posibles efectos que pueda producir la lectura del mismo. Lo único que podemos asegurar es que no van a ser indiferentes al mismo. 
Sin más preámbulos, les dejamos con las palabras de nuestro investigador instigador. Dicen así:





¡Por fin alguien lo hizo!  Léelo y dime què opinas.
Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares. Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ringtones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos. La noticia me produjo envidia de la buena. Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular. 

En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo. 

Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil, desde el lugar mismo en que se encuentra. 

La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano,
 mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar el celular, parece perdida. Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así.
No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca.
Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfonoPreferimos perder la cédula profesional que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria. El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá algunos nunca lo apagan. ¡Ni en cine! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: "Estoy en el cine, ahora te llamo". 
 Es algo que por más que intento, no puedo entender. También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es hora de apagar los celulares. También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los timbres más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.
Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte. Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento. La escena suele repetirse. 


El Blackberry en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír; luego mirarme y decir: "¿En qué íbamos?". Pero ya la conversación se ha ido al traste. No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.


Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes. Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente. 
Nota del editor: ¿  A qué es para pensárselo? 
Pues ya sólo me queda decir aquello de:
El resto es ...shh...shilencio.
Feliz Martes
Sed felices o, al menos, intentadlo.
Gracias por estar ahí.
ps. Nuestro agradecimiento a Maritza por su inspiración en la elaboración del post de hoy.


8 comentarios:

  1. La dependencia de esos aparatitos...me parece nefasta!!!! bsitos Rampy

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  2. ¡Chico! el artículo ha clavado la dependencia de la gente con esa comunicación. Que no es comunicación vis a vis, si no sms, uasasps, etc. Pasamos de ser Homo sapiens sapiens a Homo Stupidus telefónicus.
    Salu2

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  3. En esta ocasión no me doy por aludida porque yo soy muy aficionada a apagar el móvil en fin de semana o cada vez que tengo oportunidad de deshacerme de él...y el resto del tiempo tampoco es que le eche mucha cuenta.

    Pero también tiene su inconveniente, claro, y es que muchas personas me recriminan que me lo deje siempre en casa, o no lo encienda o que fuera más fácil localizarme cuando aún no existía este invento.

    Sin embargo, jamás, salgo a conducir sin él. Ahora ni me puedo imaginar tener un problema con el coche en medio de la carretera y no llevar móvil. Y no hace tantos años que me parecía normal!

    Como casi todo, su uso tiene cosas positivas, pero su abuso hace aflorar las negativas.

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  4. Me da la sensación de que los smartphones, tablets y demás artefactos tecnológicos nos tiranizan un poco ¿no?. A ver si somos un poco listos y aprendemos a "usarlos" sin convertirnos en esclavos.

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  5. El móvil es para lo que es: una llamada de urgencia o estrictamente inaplazable, todo lo que sea llamar por llamar me parece una absurdez, y atender el móvil mientras estás comiendo con alguien o paseando... una falta absoluta de educación. Besos.

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  6. Creo que nos parapetamos tras la tecnología, con la excusa de estar conectados, cada día estamos más solos.

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  7. De nuevo por tu casa maestro!

    Saludos y buen fin de semana.

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  8. Es así este mundo en el que vivimos, mi querido Rampy.

    Te cuento algo personal: Una vez mi jefe se fué al baño, y un jefe de mayor jerarquia necesitaba verlo con urgencia. Yo desesperada me pregunté: como hago para decirle que acorte los tiempos en el baño y vaya lo mas rápido que le den los pies a verlo?.....me salvó la blackberry... le mandé un mail y al instante escuché correr el agua del inodoro y .....me salvó del trance el aparatito!!!


    Buena semana Ram

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