La vida es un lienzo en blanco y nosotros somos el pincel , el carboncillo y lo llenamos de apuntes, y de trazos, algunos rugosos y sinuosos, pero otros tan bellos que nos hace llorar de la emoción.
Con el tiempo, ese lienzo se estropea y para que otra vez quede nuevo, debemos de volver a rascar hasta conseguir que quede impoluto y limpio y listo para volver a pintar.
En nuestra vida, pintamos , algunos más bien poco, pero otros pintan como los ángeles ( no sé si los ángeles pintarán, supongo que algo sí que pintan)
En esta sociedad tan competitiva en la que nos ha tocado vivir, nos enseñan que debemos de ser los mejores en el trabajo, dar el 125 por ciento, porque si nos esforzamos, podremos llegar muy lejos en el trabajo, ascender, tener un mejor puesto, y así ganar más dinero para poder tener mejor status económico y tener una vida mejor.
Sin embargo, en el fondo, lo que suele ocurrir es que nos convertimos en esclavos del trabajo ( lo que los ingleses llaman "workaholic")
Llegando los primeros al trabajo y saliendo los últimos ( eso es el sueño de todo empresario). Sin embargo, precisamente esta mañana, me han mandado un correo con moraleja que me gustaría compartir en este rincón. (Está en la parte de arriba.)
Algunas veces, nos encontramos que somos como marionetas, manejadas por hilos invisibles, como en el ejemplo que os muestro.
y bueno, eso es todo por hoy.
Hasta pronto
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