domingo, 27 de enero de 2008

115.Sobre....Morfeo, formateos, arcos del triunfo USBs,detectores y otras historias.

Domingo 1152 de la mañana. Acabo de levantarme de los brazos de Morfeo. El tío( El Morfeo, se entiende) apretaba tan fuerte que parecía que estuviera pegado a él. Afortunadamente para mí, he logrado zafarme y aquí estoy de nuevo dando guerra, como Alfonso, el político.
Afuera, hace un día estupendo. En la televisión están poniendo la final de Australia del Grand Slam de tenis ( "tenís que verlo, che), y yo mientras tanto estoy en mi atalaya, intentando poner orden a las ideas que mi cerebro me transmite a la velocidad de la luz. ( Pensamiento estúpido: si no hubiera luz, ¿tendría ésta( la luz, se entiende) velocidad?)
Mi cerebro trabaja más rápido que mis dedos, ejecutores de dichas órdenes y a veces se quedan rezagados ( o sea que se quedan rezando en la zaga) y claro, así no hay manera de hacer nada al unísono .
Ayer , estuve formateando mi ordenador( el pobre estaba completamente "desordenado", y no daba pie con bola, y eso que no jugaba al fútbol), y tuve que pedir ayuda a un amigo , porque mis conocimientos de informática son más básicos que el mecanismo de un chupete.
Pues bien, después de hacer un diagnóstico, el "doctor informático, me recetó que tenía que hacerle una actualización de puertos USB al 2.0, porque sino mi ordenador haría una transmisión de datos a un dispositivo externo digna de la edad de los dispositivos analógicos ( eso tiene su lógica, claro está).
Mientras dejábamos a mi ordenador que formateara los datos ( nos dio tiempo a ir al cine, ver un película, y volver) fuimos a una "farmacia informática", a buscar la "medicina para la cura de mi ordenador.
Primero, probamos con una pequeñita, pero lamentablemente no era del servicio las 24 horas, así que nos fuimos a una "megafarmacia, con todo tipo de cosas.
Al principio, la búsqueda no fue fácil. En los grandes centros, todo está manga por hombre y tienes que ponerte el traje de Indiana Jones para encontrar algo, pero afortunadamente, lo llevábamos puesto y después de ciertos problemas, dimos con la medicina.
Fuimos directamente a la caja a pagar, y aquí fue cuando empezamos nuestras dificultades.
Al principio, tuvimos suerte porque una señora, nos dejó amablemente pasar, ya que sólo teníamos una cosa que pagar. Supongo que después de lo que pasó, nos querría pegar.
Después de llegar nuestro turno, pagamos el artículo a la cajera, y fue aquí cuando empezaron realmente nuestras atribulaciones..
Pasamos por el "arco del triunfo"( No, no es que tuviéramos en París, qué va) y empezó aquello a pitar.
Al principio, pensábamos que se trataba del artículo que acabábamos de comprar, pero no fue así. Entonces, la cajera me dijo que sacara todas las cosas que llevaba en mi riñonera. ( No tenía bolsillos puesto que iba vestido con un chándal, así que pocas cosas podía sustraer y sumar a mi pobre patrimonio). Un poco fatigoso, saqué todas las cosas que tenía en mi riñonera. Como por arte de magia salieron, llaves, teléfonos, bolígrafos, un sonajero de mi sobrino, etc. La cara de la cajera era de incredulidad y además el sonajero se me cayó al suelo, para sorna de los allí presentes, que se preguntaban:'¿ Y éste qué hace con un sonajero en el bolsillo?
Pasé de nuevo por el "arco del triunfo" y aquello seguía sonando. La cajera preguntó si llevaba algún artículo que hubiera comprado recientemente en dicho establecimiento.
Le dije que lo único nuevo que llevaba era mi chandal, pero que no sabía si lo había comprado ahí.
Hicimos la prueba y el chandal tampoco era.
De pronto, me acordé que justamente debajo del chandal, llevaba otro que sí había comprado hace algunas semanas ahí. Se lo dije a la cajera y llamó al seguridad, y éste último me llevó a un cuarto para hacer las pruebas con el detector.
El detector estaba hecho polvo y no pitaba cuando tenía que hacerlo. Para mi vergüenza, tuve que quitarme los pantalones y enseñarle los otros que llevaba puestos, y tampoco encontró etiqueta alguna.
El guarda, todo hay que decirlo, la verdad es que fue muy amable y después de sonreír, me dijo que no había nada que hacer y me dejó marchar. La verdad es que fue uno de los momentos más fatigosos de mi vida.
En fin, para mi suerte, me sonrió al final, y pude volver con mi pequeño ordenador (Ordie, se llama) que estaba enfermito y necesitaba unas medicinas para que esté conmigo muchos años más hasta que la muerte nos separe.
Y colorín colorado, mi historia de hoy se ha acabado.
Un saludo.






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