Bueno, pues no se sabe muy bien cómo, pero estamos otra vez en domingo. Y es que el tiempo pasa volando, como en los aviones.
Hoy os quiero regalar un chiste sobre árbitros. Dice así.
Un muchacho tocó a la puerta de la casa de su novia. Tuvo el tino de abrir el Padre de la muchacha.Y ya sólo queda decir aquello de:
- ¿Qué desea, joven?
- Pues verá, vengo a hablar con usted.
- Bueno, pues, pase joven, vayamos a la sala y ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo. ¿Y bien?
El jóven, todo decisión, respondió:
- Mire usted, vengo a comunicarle que a su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas, nos queremos casar.
El señor sonrió.
- Pues está muy bien eso de que se casen, pero cuénteme, muchacho, ¿ya cuenta con un salario digno para poder sustentar a mi hija y los hijos que vengan?
El jóven, con todo el aplomo del mundo, contestó:
- Mire, aunque soy Ingeniero titulado, no gano mucho. Sin embargo, su hija me ha comunicado lo que ganan su distinguida esposa y usted. Por lo cual, confío en tener una pequeña ayuda de ustedes para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y el supermercado.
Un poco sorprendido por la respuesta, el padre hizo otra pregunta:
- Bueno, ¿y piensan comprar un apartamento o una casa? ¿O prefieren alquilar...?
El joven, con mirada inocente, contestó:
- Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir viviendo, hemos pensado que, como esta casa es muy grande y pueden vivir perfectamente dos matrimonios, no es necesario comprar o alquilar apartamento o casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes.
El señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el interrogatorio:
- Dígame algo, ¿tiene automóvil?
El joven, sonriendo, respondió:
- Mire, no tengo coche porque he estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más. Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir otro.
En ese instante, entró en la sala la madre de la novia, quien, mirando primero al jóven y luego a su esposo, preguntó cordialmente:
- ¿Se puede saber de qué hablan?
El esposo respondió:
- Querida mía, qué bueno que llegas, quiero presentarte al Señor Árbitro, quien pretende ser el futuro marido de nuestra hija.
El joven, desconcertado y molesto, dijo:
- Oiga, ¿por qué me llama Señor Árbitro?
A lo que el presunto suegro contestó:
-Y bueno, grandísimo hijo de puta, ¿cómo demonios quieres que te llame si hasta ahora lo único que vas a poner en esta casa es el pito?
El resto es...shh... shilencio.
Feliz y Plácido Domingo.
Sed felices o, al menos, intentadlo.
Gracias por estar ahí.
Ps. Nuestro agradecimiento a Inma, por su inspiración en el post de hoy.
ja ja ja Un beso
ResponderEliminarY bien dice el futuro suegro: "sólo el pito", que incluso aunque le diga árbitro sabe de sobra que no va a aportar ni la Visa ni ninguna otra tarjeta.
ResponderEliminarJoven aunque sobradamente preparado, el joven, digo el árbitro ¿no?
ResponderEliminar¿Y al árbitro quién lo expulsa? El papá de la novia.
ResponderEliminarBesos Rampy
Hace tiempo q no me pasaba por aquí y me encuentro con este chiste, siempre es agradable una nota de humor.
ResponderEliminarUn saludo.
Piluka.