Como decíamos ayer… Nos habíamos quedado en la aparición de los Mp3 y las radios en los teléfonos móviles (los teléfonos, vola, vola, los teléfonos)
Es curioso esto de las compañías de teléfonos móviles. Porque todos tenemos un móvil en la vida, incluso los asesinos.
Las compañías de teléfonos, nos quieren ofrecer un servicio atractivo, para que caigamos “alegremente”· en sus redes y así, alegremente, gastando, pasa la vida al pasar, y al pasar la vida, se pisa un camino que no se ha de volver a pisar. Pasar lo pisado, lo pasado, pisado.
Es muy fácil, darse de alta en una compañía de teléfono móvil. Tan sencillo como firmar un papel, dando la autorización para que te pasen los recibos a la cuenta de tu banco y nada más, y te regalan el oro y el moro, para que estés contento. El último modelo de terminal…para terminal en fase terminal.
Pero… hete aquí, que este mundo tan de color de rosa y champán, se vuelve gris y negro, en cuanto pronuncies las palabras mágicas “Quiero darme de baja”.
En ese momento, en la compañía, en cuanto sabe de tus intenciones, enciende una alarma roja silenciosa y manda a todos sus ejércitos para que ejecuten todo tipo de triquiñuelas para evitar, que te des de baja. Y hacen su trabajo muy bien, porque saben que les va la vida en ello.
Precisamente, puedo contar una historia referente a una baja de un teléfono móvil.
La historia empezó hace tres años. Por aquel entonces, un familiar cercano, quiso darse de alta en una compañía porque quería tener un teléfono móvil, aconsejado por su cuñado.
Pasó el tiempo , y este familiar, siguió teniendo el teléfono móvil, aunque casi no lo usaba.
Cierto día, apareció en su casa un comercial de una compañía ofreciéndole una oferta irrechazable: el 3 en 1 ( teléfono, televisión e Internet todo en 1)
Viendo que la oferta era buena, el buen hombre decidió aceptarla, pero quiso también dar de alta un segundo teléfono, porque pensaba que su mujer estaría contenta por tenerlo, pero estaba muy alejado de la realidad, que era justamente la contraria.
Pasaron los meses y las facturas del teléfono se iban acumulando en la cuenta ( era prácticamente regalar el dinero) y cierto día, en un ataque de cordura, decidió que tenía que dar de baja el teléfono.
Se fue a la tienda que le había dado de alta, y éstos le dijeron que ellos no tramitaban bajas, sino que tenía que llamar al servicio de atención al cliente.
Fue a llamar al servicio de atención al cliente, y se tuvo que pelear con los contestadores automáticos . Después de tres intentos frustrados , se fue al banco y anuló los recibos.
Pero héte aquí que la compañía no se había dado por aludida y seguía mandando recibos.
Al tercer o cuarto recibo, le pidió a un familiar cercano que le ayudara a salir de este estropicio.
El familiar, lo que hizo fue enterarse de lo que debía hacer y ejecutar esa misma orden.
Primero, tuvo que mandar un burofax a la empresa pidiendo que le den de baja, cosa que le hicieron a los quince días.
El asunto, aparentemente, estaba solucionado, pero no era así.
Al mes siguiente, siguieron mandando recibos. El familiar, mosqueado, le mandó un fax a la empresa, diciendo que ya estaba dado de baja y no lo entendía. La empresa se hacía la sueca y seguía mandando recibos.
Al ver que la empresa insistía en su empeño, el familiar, quiso averiguar cuál es el problema. Según parece, a la empresa, se le había olvidado ciertos recibos que debía de pagar. Y así lo hizo
Creia que iba a respirar tranquilo… pero no fue así.
Al mes siguiente, la empresa le siguió mandando recibos, esta vez de una cantidad inferior, y no entendía de dónde salía la cantidad.
Después de pelearse con varias personas del servicio de atención al cliente., no pudo averiguar nada, y siguieron mandando recibos a la casa.
En cierta ocasión, conoció a una chica que, casualmente trabajaba en el servicio de atención al cliente de esa empresa. Gracias a ella, averiguó que, el problema era que los recibos eran del primer número generado, y no del que había dado de baja.
Viendo cuál es el problema, llamó a la empresa para darse de baja y después de poner al día las cantidades pendientes de pago, decidió darse de baja.
Primero, mandó un fax, pero a la semana, le escribió la empresa, diciendo que no se había podido tramitar la baja, porque las fotocopias habían salido obscuras.
A la semana, mandó un segundo fax, pero a la semana, volvieron a escribir, diciendo que no se había podido tramitar la baja
Se fue entonces a Consumo, y allá le dijeron que esta empresa sólo acepta bajas si lo mandas por correo certificado Entonces, el familiar, harto de todo, mandó un burofax, como había hecho la primera vez, y fue entonces, cuando pudieron tramitar la baja. También escribió a la secretaría de Estado de Telecomunicaciones explicando todo el proceso que había tenido que sufrir para dar de baja un teléfono.
Al final, al cabo de seis meses desde que solicitó la baja, se la concedieron , muy a su pesar( al pesar de la compáñía, se entiende).
Y para evitar que mis fieles lectores se den de baja, tras tan extenso relato, mejor me retiro
Un saludo
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